Los padres de la niña vieron eso como un augurio de fortuna y no les importó que su hija no tuviera poderes. Ellos eran comerciantes, reconocidos en la pequeña ciudad de Anteva y cada uno contaba con una buena cantidad de poder mágico, la madre tenía control sobre el viento y el padre sobre la tierra apenas suficiente para moldear un poco de arcilla. Mas estos eran felices por lo que habían logrado como familia, no dependían de sus poderes para más que el ocasional truco de fiesta.
El Resplandor del Anochecer sospechaba que Elari presentaría gran poder y con ellos traería la destrucción del último lugar habitable sobre Tikerra. Con gran habilidad introdujeron a una cuidadora al hogar de los comerciantes. La mujer era joven cuando llegó, educada, entrenada y sumamente hábil. Los padres de la niña lo vieron como una excelente oportunidad de que su hija tuviera alguien que la cuidara y a la vez le enseñara a lidiar con el mundo. Mientras pasaban las estaciones, la niña se fue desarrollando y a cada oportunidad, la nodriza le ponía alguna prueba a la pequeña, de las cuales todas fallaba. Para el cumpleaños 17 hasta los más comprometidos con la idea de que la niña marcaba el final de la vida que conocían, estaban dispuestos a aceptar que se equivocaban. Más la nodriza sabía mejor, ya que poco a poco, esta se había dado cuenta que la pequeña era capaz de controlar un elemento que no estaba contemplado en la tradición.
Después de pasar cada momento al lado de la niña, ver a una niña alegre, audaz y a veces un poco miedosa, ser parte de su crecimiento y educación para verla convertirse en una mujer inteligente, capaz y con un brillante futuro, ella no pudo evitar encariñarse. Para cuando la nodriza sintió el primer tirón en el frió metal de una de sus dagas ocultas, esta ya estaba dispuesta a ignorar sus instintos. El día que la fuerza sobre una varilla de metal fue suficiente como para ya no negarlo, la nodriza estuvo dispuesta a desechar sus creencias para conservar el secreto de su protegida. La nodriza que conocía mejor que nadie a Elari, estaba segura que la chica desconocía lo que podía hacer. Una vez que los superiores del Resplandor la liberaran de sospecha esta podría seguir con su vida. Siempre y cuando ella no fuera consciente de su poder esta no tendría que herirle.
El día del cumpleaños 17 las cosas sucedieron tal como uno esperaría en una gran tragedia de esas que acompañan a las leyendas. Un tonto accidente puso en peligro la vida de los padres, la niña hábilmente los protegió con sus poderes, y únicamente la persona menos indicada se dio cuenta del suceso. La nodriza entonces se encontró con su realidad, ahora ya no podía seguir protegiendo a la niña sin traicionar a su familia, a la orden donde había crecido y al maestro que la había entrenado al punto de convertirla en una de las mejores inquisidoras del Resplandor. Pero todavía le quedaba una opción si alcanzaba al testigo antes de compartir la noticia no tendría que traicionar a nadie.
La mujer salió en persecución del testigo que llevaría la noticia al contacto más cercano de la orden, desatando así la red de comunicación, una vez en manos del maestro, su escape se complicaría exponencialmente. Dejó a Elari sola, lidiando con sus padres heridos, pero ella sabía que se salvarían, se hizo cargo de que los preparativos para el peor de los casos estuviera todo listo. Si el mensaje se esparcía, la única forma de que la orden perdonaría su transgresión seria si ella misma entregaba a la chica. La nodriza era ágil, astuta y rápida, mas el tiempo llamando a los médicos le costaron ese último segundo necesario para alcanzar a su presa.
Este llegó a una taberna controlada por el Resplandor, la nodriza lo tuvo en la mira de su daga, pero rodeada de tantos conocidos, esta seria delatada. Ya no quedaba alternativa, debía hacer lo innombrable, era hora de traicionar diecisiete años de su vida. Tomó el camino largo hacía la casa de Elari.

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