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La caída de la montaña en Xiotam Capítulo 5

Elari estuvo dando vueltas por más de veinte minutos antes de terminar donde había comenzado, frente a la puerta de las celdas. Solo una cosa era diferente, sus pies, uno desnudo y el otro con un zapato hecho para lucirse en fiestas, lleno de lodo e incomodo para caminar sobre el piso disparejo. Las llagas en el desnudo y las ampollas en el cubierto se peleaban por ver cual se infectaría primero. Aún así Elari no era de esas que se rendía con facilidad, al final, la nodriza le había enseñado a ser persistente… Pensar en ella le traía un sabor amargo a la boca, así que prefirió continuar y enfocarse en otra cosa. La chica comenzó entorpecida por sus heridas. El rastro de sangre cada vez más pronunciado.

Habrá avanzado durante quince minutos más cuando el agotamiento la alcanzó, una sensación de vértigo le acerco el piso a la cara, la luz a su alrededor comenzó a apagarse pero los cristales no perdieron su intensidad, un frió intenso fue escalando desde sus piernas hasta la cabeza. La oscuridad entró en su mente, uno a uno se fueron apagando sus sentidos, el dolor de sus pies desapareció, el frió del suelo fue remplazado por calma, el sabor a bilis ya no estaba presente y sus pensamientos comenzaron a derramarse sobre el suelo.

Levántate… a la derecha.” Escuchó la voz de su madre rebotando en la cabeza.

Una ola de energía le recorrió el cuerpo, sus sentidos se encendieron, el corazón palpito a ritmo pero con fuerza, la mente se le armaba de nuevo. Elari se levantó, sin cuestionarlo, camino por el corredor de la derecha.

Abre…” La voz se esfumo como si se alejara a gran velocidad.

La chica abrió la primer puerta que encontró, tres catres de cada lado, pegados a la pared y con un baúl a los pies. Al fondo una cómoda con cajones largos, un espejo que distorsionaba un poco el reflejo y un tazón lleno de agua, acompañado de una jarra. La chica olvido todo sufrimiento, avanzó tan rápido como pudo, tomó la jarra para llenarse la boca de agua, esta chorreo por su cuello hasta empapar la ropa. Basto con un par de tragos para que la garganta le dejara raspar. Con un par más la cabeza se le despejo y los tres siguientes fueron exceso, mas no le importó, estaba dispuesta a pagar las consecuencias más tarde. Ni siquiera le importo la espesa capa de polvo que vino con el primer trago. Renovada empezó a buscar entre los baúles, uno a uno los abrió y fue sacando lo que le podía servir. El polvo acompañado del olor a viejo la hicieron toser más de una vez. Elari había crecido en comodidad, pero nunca le había importado el provenir de su ropa o que tan lujosa era a comparación de los demás. Sus padres la hacían vestir bien, pero también le habían inculcado el valor del trabajo duro y el respeto a los que trabajaban para ellos.

Se puso una túnica roja que le quedaba ajustada, esta se le ajusto alrededor del pecho y la cadera, dejando claro que ya no era una niña, al verse al espejo, distorsionado, le incomodo un poco, pero no le dio importancia y tomo el resto de la ropa que le podía servir. Llevo el tazón hasta un catre, remojo un pañuelo que parecía más bien un trapo viejo, temerosa lo acerco a su pie sangrante, al sentir el contacto del agua con la herida retrocedido. Respiro hondo, tomó valor, sin detenerse limpio todo su pie. El dolor fue intensó, tanto que le revolvió el estomagó, pero estaba vació. Probablemente era lo mejor, con el estomago lleno la túnica le apretaría aún más. Cerro los ojos, cambio de pie, tomo el zapato que le quedaba y lo arranco de sus pies sin titubear, al abrir los ojos para ver la condición de su pie, terminó vomitando un poco de agua, sin embargo, se obligó a conservar el resto en el estomagó. “Al menos no tendré que ir al baño tan pronto.” Pensó.

Después de curar, reventar y limpiar sus pies, arrancó pedazos de tela, los cuales utilizo como vendas para sus pies. Busco algunos zapatos que le quedaran, pero no tuvo suerte. Habría querido dormir, desafortunadamente, sabia que no era posible. Se encontraba en un lugar hostil, nada a su alrededor le favorecía, el laberinto de túneles eran extraños para ella. La luz la haría fácil de encontrar y el rastro de sangre que había dejado solo facilitaría el trabajo.


Rexa llevaba tiempo sin hablar con los hermanos Triton, marginada por su propia gente, esta había aprendido a mantenerse alejada para evitar que le prendieran la mecha. En ese momento no tenía opción. Sentada en el comedor escuchando sus historias de borracho, mientras Flek servia los tarros de agua mil, permaneció en silencio, observándolos con cautela. “Le habrán avisado al maestro.” Pensó, dudando preguntar.

─… así es como le tumbe los diente.─ Presumió el mayor. ─Rexa ¿Me estas escuchando?

La mujer respondió con un manerismo, para que continuara hablando y la dejará pensar en paz. Sorbió del tarro colocando sus manos a los lados, encontrando consuelo en el sentir de la madera entre sus manos.

─Yo creo que no te pone atención hermano.─ Sonrió el de en medio.

─Basta.─ Protestó el menor. ─Tenemos cosas que hacer, será mejor que vayan con Flek a decirle al maestro lo sucedido. Yo me quedaré aquí con Rexa.

─Hasta crees que te dejaremos con esa...

Flek intercedió con un golpe de su tarro.

─Al maestro no le gustará si llegan los tres golpeados y maltratados por su hija.─ Interrumpió intentando contener su sonrisa.

─¿Tu y cuantos más? Mírate, estas tan escuálido como cuando eramos niños.─ El mayor se levantó retando al muchacho.

─No creo que se refiera a él.─ Dijo el de en medio apuntando con el tarro a Rexa.

─Ya no somos niños, ve lo pequeña que es─ Contestó el mayor ─además ¿cuántos años lleva de niñera?─

Entonces el mayor se atravesó por la mesa para tomar a la mujer por la túnica, pero antes de que su mano lo tocara, esta envaino su daga. Un segundo después el hombre se doblo de dolor cubriendo su muñeca con la otra mano. Sangre chorreaba por la separación de sus dedos.

─Maldita sea, les dije que se callaran.─ El menor se levantó de golpe.

Mientras tanto, el de en medio se reía a carcajadas dando tragos a su aguamiel, ya ruborizado por el alcohol. Flek se había levantado y dado un paso hacia atrás. Rexa permanencia sentada, con una mano en la empuñadura y la otra sobre su tarro. El hermano menor revisaba la herida del mayor, el ambiente dejo caer un intensó peso sobre la habitación.

─¡Si no fueras la hij...─ Respiró el menor.─vamos a calmarnos, yo le curare la herida mientras ustedes quédense aquí ¡Y tú guarda silencio o esta vez te daré la paliza yo!─ Advirtió al de en medio.

Este respondió con un giro de la muñeca, quitando importancia a la situación. Rexa se puso tensa.

─No tenemos tiempo para que cuides de tu hermanito, déjalo que se lama las heridas como el perro que es.─ Protestó la mujer.

─Le cortaste hasta el hueso, perr… lo tengo que curar ahora.─ Sin permitir una palabra más este se llevo a su hermano.

─Rexa, ahora si lo has hecho, no te dejaran salir de esta.─ Flek mostró su preocupación.

─En eso tiene razón, la que te espera mañana.─ Burlonamente dio otro trago.

Rexa se levantó de golpe con dispuesta a matar. El hermano restante se cayó de espaldas en respuesta a la amenaza. Se levantó con una sonrisa, levanto los hombros despreocupado, tomo su lugar en la mesa y siguió bebiendo.

─Haz lo que quieras, la familia Triton te cobrara la cuenta, y esta vez tu padre tendrá que desembolsar más que unas cuantas monedas de oro, no como cuando le rompiste la nariz a mi hermano mayor.─ El trago de aguamiel le tapo el rostro de satisfacción.

Las cicatrices de su espalda cobraron vida, el intensó dolor recorrio cada lineas, la piel dura y curtida se sintió húmeda y fresca como ese día. Rexa no tuvo opción más que guardar silencio, como ya había tenido que hacer en tantas ocasiones pasadas. Los tres permanecieron ahí, el de en medio bebiendo, Fleck queriendo romper la tensión y Rexa pequeña.


─Vamos a ver a la chica.─ Sugirió el mayor.

─Nada de eso, debemos volver antes de que habrá lo boca tu hermano.─ Insistió el menor.

─También es tuyo.─ Dijo con torpeza. ─Además estoy enojado, necesito desquitarme con alguien.─

─Ya olvídalo, no va a suceder. La última vez casi te mata el maestro.─ El menor lo tomo por la espalda y lo empujo para que avanzara.─

─Anda, es por este pasillo.─

De pronto se detuvo, miro al piso y preguntó.

─¿Eso es sangre?─ El mayor apunto al piso.

─Debe de ser del niño, seguro no limpiaron.─

A lo lejos se escuchó un ruido…


Elari escuchó paso y dos hombres hablando. Entró a la primera puerta que encontró, recargando la espalda contra ella, por si acaso. Pendiente de los hombres enfoco su atención a sus oídos. Los escucha acercarse, detenerse un instante frente a la puerta y seguir su camino. Soltó el aliento después y respiro con dificultad. Más relajada se quito de la puerta y derribo un espada recargada contra la pared, esta dio un golpe sordo contra la tierra y polvo acumulados en el suelo.

─¿Qué fue eso?─ Protestó uno de los hombres.

La chica se quedo paralizada sobre una pierna, conteniendo la respiración.

─No fue nada, ya deja de perder el tiempo y vámonos.─ Insistió el otro.

─Escuche algo, estoy seguro de ello.─

─Seguro fue una calu, dejalo ya, tenemos que volver antes de que empiecen a pelar. No quiero curar más heridas.─

Esta vez Elari se contuvo de moverse, en vez, miro a su alrededor. Espadas, arcos, hachas, y otros tipos de armas reposaban en estantes, sin duda una armería. La chica tomo una de las espadas por el mango, al levantarla esta la hizo perder el balance y casi golpea otras con la punta. La puso en el suelo con cuidado, miro a su alrededor para encontrar algo más acorde a ella. Tomo un arco e intento jalarlo, pudo llevarlo hasta si mejilla pero con gran esfuerzo, entonces tomo un hacha, pero esta además de pasada era difícil de controlar, al final se decidió por una daga sencilla, corta y con la hoja del mismo tamaño que la guarda. La empuñadura estaba cubierta en piel, era evidente que había sido utilizada anteriormente, pero el filo estaba cuidado, no que Elari supiera algo al respecto, tomo su vaina y se la amarro a la cintura.


Al llegar los hermanos rompieron con el silencio. Rexa trabada en su pasado, mientras Flek inmóvil temiendo detonar a alguno de los presentes, a su vez, el hermano de en medio seguía bebiendo con rostro de un rojo placentero, sin duda por los tarros de aguamiel que llevaba.

─¿Abriste la boca?─

A lo que el hermano contestó encogiendo los hombros.

─Me sorprende que sigas vivo.─

─La shuerte de los que shon amadosh por los dioshes.─ Respondió con dificultad.

Los dos tomaron sus asientos alrededor de la mesa.

─Ya es tarde debemos avisar al maestro, él no se moverá hasta mañana y no puedo dejarlos a ustedes dos solos. Me ire con mi hermano.─ Dijo el menor con un suspiro.

Flek quiso protestar, después de todo, el queria el reconocimiento, pero se lo pensó mejor. Rexa y él asintieron. La mujer oculto su tristeza.

─¡No iré a ningún lado sin antes ver a la chica!─ Exclamó el mayor.

─Ya te dije...─

─Tu te callas, yo soy el mayor y me obedeces a mi. Si no puedo darle una lección a esta perra entonces le daré otra a la Maldita.─ Se levantó de golpe.

Rexa tomo la empuñadura de su daga y se colocó enfrente.

─Al maestro no le va a gustar esto, además me dijo que debíamos obedecer a Rexa.─ Flek cobró valentía, pero no la suficiente para que su voz no titubeara.

─¡Inténtalo!─ Lo reto Rexa.

─El maestro se enojara, pero le será menos amargo el trago cuando se de cuenta que con eso quedará a mano con la familia.─ Dijo levantando su muñeca vendada.

Los dos hermanos menores de pusieron a los lados del mayor, el de en medio con esfuerzo pero esperando la violencia con alegría. Rexa suspiro una vez más, aflojo el agarre de la empuñadura y antes de que alguno reaccionara les corto la garganta. Los tres mudos produjeron graznidos mientras hacian presión con sus manos para detener el sangrado, pero ya era muy tarde, ya estaban en el suelo con la vida abandonando sus cuerpos.

─¡Que has hecho!─ Flek empezó a correr hacia la salida.

Rexa tomo la daga por la hoja, dispuesta a darle en la espalda, tenso sus músculos calculando la distancia y antes de soltar la daga se detuvo. Creyó que seria capaz de hacerlo, pero Flek había sido bueno con ella. Miro mientras se alejaba el muchacho y resoplo, salio del comedor.

Al llegar a las celdas encontró la de la chica abierta. “No esperaba que se soltara tan rápido, su poder esta creciendo.” Pensó.

 

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