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La caída de la montaña en Xiotam Capítulo 6

La luz color ámbar de los cristales fue sustituida por el calor del sol en su rostro, su vista se tardó en recuperar. No tenía idea de donde se encontraba, al menos, ya veía algo diferente que los interminables pasillos de roca con cristales incrustados cada ciertos pasos, las vueltas a la izquierda, derecha, izquierda y todo en un lugar desconocido. Al fin se encontraba afuera, en la inmensidad de un mundo extraño, sola, perdida, sin posibilidad de regresar a casa… entonces, se sentó en una roca junto a la entrada, respiro hondo, miro a su alrededor.

Fuera de la caverna sólo había bosque, árboles y árboles en hileras, en el suelo frutos que no conocía, pájaros cantaban en lo alto del follaje “¿Qué hay de bueno que cantar?” Pensó y exhalo. Al momento escucho voces a la distancia, asomo la cara fuera de la oscuridad. A lo lejos veía una granja, todo tipo de ganado, caballos, y trabajadores. Dos niños salían del bosque corriendo hacia la casa principal. Hermosa casa de madera. Sin duda, se encontraba cerca de algún poblado, sería solo cuestión de saludar y pedir ayuda.

─¿Qué haces? Mete la cabeza rápido.─ Más por costumbre que por otra cosa obedeció.

Se encontró con la nodriza llena de manchas de sangre, el rostro lleno de tierra y la palma en la esfera rubí de la empuñadura. Esta no la veía a ella, al contrario, su vista estaba clavada en la granja. Este era su momento, Elari empezó a correr en dirección a la granja, pero no acababa de salir de la caverna cuando probó el sabor del lodo en la mañana. La chica grito tan fuerte como pudo, pero el sonido fue amordazado por las manos de la nodriza, llenas de manchas de sangre. Lo cual hizo a la niña gritar con más intensidad.

─Calla, esa granja es de mi padre, justo quien te quiere muerta.─ Dijo la nodriza con intensidad pero sin subir el volumen.

─mm mmm mhmhm mhm.─ Contestó la chica.

─Te soltaré, pero tienes que permanecer callada.─ Advirtió.

Elari asintió y la nodriza la soltó. Con trabajo se levantó, limpió el lodo de su túnica. Volteó a ver a la mujer, pero esta la tomó por el brazo y se la llevó lejos de la granja, aprovechando la cubierta de los árboles.

─¿Por qué debería confiar en ti?─ Protestó la chica oponiendo un poco de resistencia.

─No hay tiempo de explicarte, en su momento te contaré, por ahora basta con que sepas que estoy dejando mi vida para salvar tu pellejo.─ La mujer no ofreció más explicación.


Debieron caminar diez clocs antes de siquiera parar a descansar. Para entonces la chica estaba tan hambrienta, adolorida y harta de la situación que no hizo más que sentarse junto a un árbol y suspirar. La nodriza se aceto con cautela.

─Muéstrame los pies.─ Lo tomó antes de que la chica pudiera protestar. ─Si tu madre te viera le daría un infarto.─ Queriendo cortar la tensión.

El silencio permaneció mientras la mujer le lavaba los pies, curaba las heridas y colocaba nuevos vendajes. Busco en el tachil algunos zapatos, pero entonces recordó pensar que tomarían mucho espacio. Hizo a un lado el tachil, tomó una hogaza de pan y queso, se los dio a Elari.

─Estas confundida, agotada y el segundo sol está por caer. Dejemos las preguntas para mañana, yo prepare una fogata, en lo que duermes nos bucare provisiones y con algo de suerte unas botas.─ La mujer comenzó a armar la fogata.

Elari estaba en otro mundo, quería hacer preguntas, quería volver a casa, pero nada le salía de la boca, era como si alguien le hubiera robado la voluntad, se arropo con dos cobijas sobre el suelo con los ojos abiertos. La nodriza se levantó.

─Llévame contigo.─ Dijo la chica por instinto.

─Hay un poblado cerca, pero el Resplandor es muy activo ahí, yo sé cómo evitarlos, pero a ti te estarán buscando.─ Les respondió la mujer.

Elari asintió y se hizo ovillo en las cobijas.

─Elari...─ Suspiró la nodriza antes de partir. ─Tienes que cambiar, nunca podrás regresar a casa y una niña de la ciudad no va a sobrevivir lo que nos espera.─

La chica comenzó a llorar en silencio, pero la nodriza ya se había ido, además no es como si la fuera a consolar, nunca lo había hecho. El frío de la noche y el sonido de su sollozo la arrullaron hasta dormir.


Rexa entró en el poblado, cubierta con el gorro de su capa. Su cabello rojizo se asomaba por encima del broche pero nadie le había visto la cara en sus visitas al lugar. Siempre que salía de la ciudad era para hacerse cargo, de algún problema que necesitaba ser eliminado, eso era algo que no extrañaba y desde que se había convertido en nodriza, esas encomiendas habían sido mínimas. Caminar a hurtadillas por el poblado le hizo sentir nostalgia del tiempo que pasó con la familia de Elari.

El poblado era grande, en gran parte por el tráfico de la ciudad. Por el día un simpático lugar donde viajeros se abastecen de provisiones para viajes largos, por la noche un buen lugar para comerciar lejos de los ojos de las autoridades. La mujer abrió la puerta de una de las tiendas que ya conocía, colocó el Tachil sobre el mostrador.

─Vengo a vender.─ Anunció.

Del otro lado del mostrador un twarek subió por su escalón al otro lado del mostrador para estar más cerca del nivel de la mujer. Los twarek eran la raza de enanos que encontrabas en Xiotam, menos fornidos y más ágiles que aquellos que encontrabas en las leyendas, sin duda por la falta de grandes montañas donde pudieran establecer sus legendarias forjas, con el tiempo se volvieron comerciantes y artesanos. Este era pequeño hasta para uno de estos, pero sus canas blancas, mirada aguda, le otorgaban un aire de respeto. Por eso Rexa había venido a este lugar, el hombre era honesto para perista.

El twarek derribó el tachil sobre el mostrador, revisó el contenido, se quedó pensando, volteo a ver a la mujer.

─Es ropa muy bonita para estas partes.─ Calculaba mentalmente. ─Me costará venderla.─

─Vamos, no empecemos con regateos. Los dos sabemos que pasa suficiente viajero para que la puedas vender antes de que se ponga el primer sol. Además las joyas son buenas.─

─Si yo ando mostrando esto a todo el que pase por acá seguro vendrán los guardias de la ciudad, o de verdad crees que estas gemas no las reconocerán.─ No era pregunta.

─Bueno, entonces ¿cuánto?─

─Una corona, doce oros y una plata.─ Comentó con seriedad.

─Una corona, tres oros y treinta cobres.─ Respondió Rexa haciendo una pausa para que se le pasara la sorpresa al comerciante. ─Pero, me dejas surtirme de lo que le quepa al tachil.─

El twarek lo pensó un momento. Asintió con la cabeza. Entonces comenzaron un juego en que la mujer apuntaba a algo que quería llevar y el barbon asentía o se negaba ofreciendo algo más barato. Así permanecieron un rato hasta que el tachil estaba casi lleno, entonces Rexa encontró unas botas perfectas para los cambios de temperatura, el terreno duro y del tamaño de la chica, al final de cuentas, no era la primera vez que tenía que ir de compras para la chica. Rexa apunto y el twarek se negó. Rexa apuntó otra vez, y el twarek quito un oro de la mesa. Rexa frunció el ceño pero antes de pronunciar palabra el Twarek colocó 20 platas y Rexa ya no tuvo queja. Hasta ese momento, Rexa tenía casi todo lo que necesitaba, pero en lo que hacía su lista mental, habilidad necesaria para una nodriza, dos encapuchados entraron a la tienda. La mujer los vio por encima del hombro, tomó sus cosas, el pago, el tachil y salió con discreción. Le dio la vuelta a la tienda y se quedó esperando.

─¿Has visto una mujer de pelo rojizo y una chica?─ Preguntaron al twarek.

─No me dedico a la venta de información. Si quieren comprar algo adelante, si no es mejor que vayan a otro lugar.─ Respondió el enano con su voz rasposa.

Entonces colocaron sobre el mostrador, al caer se escuchó el metal golpeando contra sí mismo. El twarek volteo a ver a la bolsa. La tomó por el cuello.

─No he visto a nadie con esa descripción.─

─No te hagas el gracioso, sin información útil no hay pago.─ Contestó uno de los dos de mala gana.

─Si no tengo nada que les sea útil entonces salgan de mi tienda.─ Al tiempo que los corría, volteo a ver a la mujer en la ventana, dejando claro que debía partir.

 

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