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El impacto de las nubes contra la proa

Día 1-Erlan

Cien años han pasado desde que zarpó el último barco de los puertos de las islas flotantes de Arihela. Desde el colapso de las minas de cristales de aire. Pero las locuras de Grute llevaron a construir un barco que podía volar sin la magia de los cristales. Las islas se burlaron de el, lo llamaron tonto, ingenuo, demente, entre tantos nombres más, aún cuando su barco lleno de tuberías de cobre, vapor y velas laterales, flotaba en el puerto, la gente seguía riendo y apuntando. 

    Ya hemos zarpado y aún los veo. Es cierto que no tenemos mucha experiencia, pero que esperaban, los aeronautas que quedaban murieron hace tiempo; bueno solo queda el viejo Tally, pero ya ni puede formar oraciones completas. Aún así lo trajimos, ahí está en la bodega, cómodamente mientras el resto tenemos que atar cabos, arreglar velas y hasta hacer cuerdas. Imagino que era bastante difícil arreglar las velas cuando estaban verticalmente arriba del barco, pero ahora que están laterales a lo largo de las través… Ahí va el desayuno, espero que no le caiga a alguien en la cabeza.

    Jilan, Orlan, Nika, las gemelas, Una y Zuna, el gigantesco Troque, Tally, el capitán Erlan y el supuesto cazador, Orcle. Lo bueno es que dejamos al loco de Grute, porque con él en el barco, estaríamos navegando hacia un nido de dragones. Tenemos a penas tres camarotes para tripulación y yo tengo que compartir con Jilan y Troque, las gemelas y Nika se quedaron con el otro y Orcle tiene uno para el solo. Mientras tanto a mi me espera los ronquidos de Relan por la noche, espero poder convencerlo de que me deje el de arriba, porque no puedo soportar los ronquidos y además las flatulencias en mi cara.

    Nunca hemos sido particularmente alegres, pero este tiene que ser el peor primer día, todo el mundo está sin ánimo, un poco perdido. La comida de Jilan no ayuda, espero me toque cocinar pronto, porque una comida más así y si no me mata la digestión me matará el resultado del estómago de Troque. Aprovecharé la caída del segundo sol para quedarme en la proa y dibujar lo que veo, hasta ahora solo hay nubes que ver.

    Ahora que tuve oportunidad de ver el cielo desde la proa puedo entender porque los ancianos extrañaban tanto esto, es tan increíble ver las nubes, las estrellas y sentir el viento contra el rostro, desde un lugar tan pequeño, te hace sentir tan insignificante pero a la vez con tantas posibilidades. Es una lastima tener que bajar al camarote, desde aquí puedo escuchar los ronquidos de Troque, pero quedarme en el aire frío me congelará hasta las flemas.

La noche rodeó al barco, iluminado por las estrellas, el ruido de las velas atrapando el aire, el crujir de la madera contra el frío del ambiente y el calor de la tubería de cobre, una atmósfera de relajación cortada por los ronquidos de Troque. Oracle en el puesto de vigía clavando la mirada hacia el horizonte. Nika al timón tensa, clavando los dedos en la madera, una vena palpitante siguiendo el ritmo de los ronquidos. Troque sueña plácidamente de batallas y tarros de cerveza, el resto de la tripulación maquila asesinatos para conciliar el sueño.

Día 2-Troque

Quien pensaría que despertar en un barco sería tan relajante. El mecer del barco, el sonido de la madera y las velas aleteando. Dormí también como la última vez que me noquearon en la taberna. Quisiera tomar un barril de cerveza para bajar este calor, pero el capitán insistió que no cargáramos alcohol, yo no entiendo porque, el trabajo siempre es más fácil con unos tarros encima.

Igual parece que será un buen día, todos me ven con cara de que quieren pelea, pero se ven medio muertos. Estoy seguro que podría con todos en esas condiciones, se parecen a las historias del cantinero, en que los muertos se levantan de sus tumbas.

En toda la mañana no hubo ni una pelea, eso fue aburrido. Pero el trabajo es bueno, atar y hacer cuerdas es buen trabajo, también cargué algunas cosas de la bodega y me encontré con el viejo Tally. Cuenta buenas historias el viejo, no le entiendo a la mitad pero las cuenta con tanta energía que se me antoja tomarme un tarro mientras lo escuchó, yo creo que así sí lo entendería.

El pequeño Fruk está enojado, pero no entiendo porque, hasta le deje la hamaca de arriba. Yo no entiendo como puede pasar tanto tiempo con esas hojas dibujando lo que ve, pero le quedan muy bonitos, no me gustaría dañarle las manos, por eso lo deje estar. Ya se le pasara, a la gente siempre se le pasa. Seguro él haría mejor esto de llevar un diario. No entiendo porque Grute quería que lo hiciéramos, ese está más loco que el viejo Tally. Me da miedo ese loco, si no hago lo que me dice seguro echa una maldición y no vuelvo.

Otra vez cocino Jilan, la comida estaba pesada, cocina peor de lo que canta. El estómago me retumba peor que ayer, y sin cerveza para bajarlo, casi no me acabo el segundo plato. Después me quedé mirando al cielo cuando el capitán puso una mano sobre mi hombro, voltee pensando que Jilan había venido a buscar pleito por haberle dicho que cocina como una cruta. Yo voltee lleno muy contento, pero la mirada fría del capitán me dejó paralizado. Ese hombre me da tanto miedo como Grute, es el segundo hombrecito al que no puedo ni siquiera retar. No me dijo nada, solo mantuvo la mirada, regrese a trabajar pero se mantuvo ahí. En un momento pensé en aventarme por el borde del barco de lo nervioso que me sentía. 

La próxima vez que lo vea le voy a decir algo, Troque no es ningún cobarde.

Troque debe aceptar que el capitán es un hombre al que se le debe respeto. Pasaré la noche haciendo nudos y ya no abriré la boca. También escribe… No eso no lo escribas idiota...

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