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La caída de la montaña en Xiotam Capítulo 11

 

El interior del carromato parecía más grande que el exterior. Todo era de madera y estaba seccionado igual que una casa pero en tamaños reducidos. Cuatro habitaciones minúsculas con dos camas en vertical pegadas a la pared y con series de tres cajones alargados debajo de cada colchón, además cada habitación contaba con una ventana pequeña y redonda entre las dos camas, con cortinas rojas como de terciopelo. Al fondo, antes de salir al asiento del conductor había un cuarto principal con una cama grande, dos ventanas circulares y dos mesas de noche que estaban fijas al suelo. Suficiente espacio para pasar alrededor de la cama y un tipo de armario que se extendió del techo a metro y medio sobre la cama. Además de las habitaciones una pequeña sala para seis personas recibía a la gente al entrar por la puerta posterior, entre dos de las habitaciones y en contra de la principal, una cocineta calentada por cristales de fuego, con una ventana que podía ser cubierta por un toldo de madera plegable hacia arriba. El suelo estaba cubierto de una alfombra roja, lujosa pero desgastada por el uso, la madera estaba decorada con arte tradicional de Niflhem, resaltado y con un tono ligeramente más oscuro. Sin embargo, lo que le daba más sensación de lujo al carromato era que contaba con una letrina y una regadera, está utilizaba un cristal de agua para producir un flujo de agua tibia al acumular humedad del exterior en el transcurso del día. Ambas dejaban caer el desecho hacia el camino mientras el carromato estaba en movimiento.

Por último la puerta que daba hacia el asiento del conductor, el cual permitía que se sentaran cuatro personas cómodamente protegidas por un techo de madera, este asiento se levantaba dos clogs del camino, dando una vista privilegiada del entorno y llegaba a la altura de los cuellos de los likgartos. El desgaste se entendía por cada rincón del carromato, pero aunque el uso resaltaba, la opulencia se hacía notar gracias a la labor de limpieza de la familia, la cual atendía cuanto detalle podía de inmediato.

¿Cómo será el carromato de Jakul?” Pensó Alix una vez terminó de recorrer el lugar.

La chica abrió la boca para preguntarle a Eria, al tiempo que la chica la jalo hacia su habitación.

─Podemos compartirla si quieres.─ Comentó con gran alegría.

A diferencia del resto de las habitaciones, la de ella tenía cortinas negras y unas repisas adaptadas en lo alto para colocar sus libros, de los cuales cargaba con una generosa colección. Eri levantó la cama de arriba que contaba con otro compartimiento debajo del colchón y sacó más libros para hacerle espacio a Alix, colocándolos torpemente sobre el suelo.

─También puedes tener tu propia habitación.─ Corrigió Punali advirtiendo a su hija que no fuera tan insistente. ─O si quieren, Marla y tu pueden compartir una.─

Alix espero la respuesta de Marla, pero Elari hizo una mueca en su interior para que la dejara compartir con su nueva amiga.

─Lo mejor será que compartamos una habitación, así los incomodamos menos.─ Respondió Marla.

─No molestan…

Alix comenzó a sonreír en aprobación, pero antes de dibujarla por completo Marla la cortó.

─Insisto, es lo mejor.─ Dijo Marla con cordialidad.

Entonces Alix y Marla se instalaron en su habitación. Marla sacó del Tachil algo de ropa, comida y accesorios para acomodarlos en los cajones. Mientras que Rexa, furtiva, escondió algunas armas alrededor del cuarto.

─Yo quiero la cama de arriba.─ Exigío Elari.

─¿Y por qué debería dársela a mi hermana menor?─ Respondió acusadoramente Marla.

─¿Puedo tener la cama de arriba, por favor?─ Solicitó Alix.

─Claro hermanita.─ Burlonamente le contestó.

Alix acomodo las cosas que Marla le dejó sobre la cama, una vez terminada la labor fue a buscar a Eri, que se encontraba leyendo con la persiana corrida y un cristal de luz colocado con una diadema alrededor de la frente. Alix retrocedió lentamente para no interrumpir, pero Eri volteo iluminando en la cara a Alix. Entonces ambas soltaron una carcajada.

─¿Ya terminaste de instalarte?

─Si ¿De dónde sacaste esa diadema?─ Inquisitiva.

Eri dandose cuenta que todavía la tenia alrededor de la cabeza se la quito rápidamente, un poco avergonzada.

─Las usan los mineros en Niflhem, bueno no como esta. Esta me la hizo mi papá después de que las vi en las minas de cristales de fuego.─ Eri recuperó el orgullo al recordar el esfuerzo de su padre.

─Es una buena idea para leer.─ Alix no pudo evitar ocultar el interés. ─¿y qué leías?

─Estaba leyendo la historia de Eklitus ¿la conoces?─ Dijo sin mucha esperanza.

─¡Si!─ Respondío Elari.

─Bueno, he escuchado hablar de él en Trogunda, por una amiga.─ Corrigió rápidamente Alix con timidez.

─Me sorprende, este libro es del viejo mundo, antes de que nuestra gente llegara a Xiotam. Pocos quedan en la isla.─ Dijo con curiosidad y orgullo a la vez.

─Mi amiga era hija de un mercader que tenía muchos amigos eruditos. Le encantaba leer, pero no tanto como a ti.─ Inventó en el momento.

─Me encantaría conocer a tu amiga.

Elari rió amargamente en su interior. Alegre de conocer a alguien con quien se identificaba, pero triste de no poder mostrarle su verdadero yo.

─A mi también me gustaría que la conocieras, la deje en Trogunda, con sus padres. Seguro esta muy feliz, sabes a penas unos días fue su cumpleaños. No le pude dar nada, pero espero que se encuentre bien, ella y su familia.─ Alix dijo con honestidad. Mientras Elari dejó caer una sola lágrima.

─Bueno, dejemos los recuerdos atrás. Estoy segura que está muy bien y seguro se acuerda de ti. Mejor vamos adelante, le pediré a mi padre que me deje conducir, ya cayó el primer sol y queda poco tiempo de luz.─ Eri la tomó de la mano y se la llevó hacia afuera.


─¿Papá nos dejarías conducir?

─Pero ya va a anochecer…

─Alix nunca ha visto el camino desde aquí. Anda déjanos un rato en lo que cae el sol.

─Está bien, pero solo hasta que caiga el sol.─ Advirtió con seriedad.

─Yo me quiero quedar.─ Pidió el pequeño Jarek, que permanecía callado y soñoliento.

─No, tu deberías irte a dormir.─ Eri dijo con fastidio.

─Deja que tu hermano se quede con ustedes, no las molestara.

─Pero papá siempre empieza a molestar.

─No lo haré, lo prometo─ Mostrando su cara angelical.

─Dejalo, no pasa nada.─ Intercedió Alix para terminar con la escena. La cual le recordaba los pleitos con su padre.

Ronte entregó las riendas a su hija, entró al carromato aunque atoró la puerta para poder vigilarlas. Mientras tanto las chicas se sentaron al frente viendo hacia el camino, con el carromato de Jakul adelante. La vista era increíble, se encontraban casi a la altura del follaje de los árboles con las montañas a la derecha y un el cielo pintado de tonos azules, morados y naranjas mientras se comenzaba a ocultar el sol.

De repente se agitó el carromato de enfrente violentamente. Alix se levantó del asiento asustada. Eri no se movió, pero empalideció un poco.

─¿Qué fue eso?─ Preguntó escandalizada Alix.

─Nada, nada...─ Eri intentó quitarle importancia a la situación. ─Jakul se mueve mucho en el camino, es un poco inquieto, como Jarek, son iguales.

Eri ocultó bien su preocupación, el color regresó a sus mejillas. Alix le creyó, habiendo visto al gigante no le parecía raro que este agitara el carromato al moverse, además este debía estar incómodo en un espacio tan reducido.. Mas Rexa se habría dado cuenta de los detalles.

Las jóvenes platicaron de muchas cosas, de sus gustos, de libros, aunque Aliz hizo como que sabía poco de los temas, lo que causaba que Eri comenzará cuentos de las historias épicas que Elari ya conocía, afortunadamente Alix no sabía nada de eso y además era entretenido ver la pasión con la que la chica actuaba cada narración. Jarek por su lado se había quedado dormido con la cabeza sobre la pierna de Alix, el niño había cumplido su promesa. Al anochecer las relevó Punali y Marla. A diferencia de la conversación de las chicas, esta fue mucho más accidentada porque no encontraron temas en común. Aún así se hicieron amigas.

Eri y Alix siguieron platicando entrada la noche, ayudaron a Ronte a hacer la cena sin parar de hablar un solo momento, aún cuando el hombre intentaba participar estas le daban una rápida respuesta para seguir con su conversación.

Los carromatos se detuvieron para cenar, Punali le llevó la cena a Jakul, está escapó del carromato con una gran olla de comida y solo comentó lo que había hecho una vez estaba terminada la tarea. Una vez terminó la cena, la familia aseguró las puertas y ventanas, entonces cada uno entró a su habitación.

─Espero no hayas hablado de más.─ Susurró Rexa. ─Todavía nos quedan dos días de viaje, debes tener cuidado.

─Ya lo sé.─ Respondió Elari cubriéndose con las cobijas.

─Debemos repasar nuestra historia. Dime qué le dijiste a la chica.─ Insistió Rexa.

─Ahorita no, contestó con fastidio.

Pero pudo sentir la mirada penetrante por debajo de las cobijas.

─Solo le dije que tenía una amiga en Trogunda igual a mi, porque se me salió decirle que conocía uno de sus libros.─ Elari comentó desanimada.

─Lo bueno es que eres inteligente.─ Respondió Rexa con orgullo, después de todo, ella había participado bastante en la crianza. ─No es suficiente, dímelo todo…

Elari le contó cada detalle de lo que hablaron a regañadientes. Rexa maquilo la historia a través de lo que habían hablado y también con lo que ella le había dicho a Punali, fue una suerte que no hubieran grandes diferencias en sus historias. Lo ensayaron pasando la medianoche.


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