En eso estaba pensando Ronte cuando tomó la espada del pecho de uno de los bandidos, la tomó con una mano y jaló con asco, pero esta se aferró al cadáver. Ronte no era un hombre particularmente fuerte, así que lo atribuyó a su falta de proeza física, tomó la empuñadura con la mano libre y con más fuerza la levantó, pero lo único que logró fue levantar el cadáver con todo y espada. Su experiencia desprendiendo armas de cadáveres se limitaba a esta ocasión, pero su sentido común le dictaba que no debería ser tan difícil. Ronte voleo a ver al gigante, este solo encogió los hombros.
Jakul apartó al hombre, colocó uno de sus pesados pies sobre el bandido, el cual crujió, de estar vivo, estaría llorando de dolor con lesiones que tardarían años en sanar. Tomó el arma con una mano y jalo, pero ni el gigante pudo lograrlo. Frustrado colocó el otro pie sobre el cadáver, Ronte sintió como la comida del día subía por la garganta con cada crujido. Jakul tomó la pequeña espada con ambas manos, de un solo jalón extrajo la espada del cuerpo, con medio intestino pegada a la parte inferior. Ronte vómito instantáneamente, Jakul a su vez, se quedó confundido.
Una vez que el hombre tuvo tiempo de recuperarse, se acercó con precaución a la espada, un objeto frío y sin vida, convertido en una aterradora criatura desconocida. Avanzó despacio, mirando con precaución en caso de que esta saltará y lo atacara. Cuando estuvo suficientemente cerca notó que la espada no tenía punta, en su lugar había una serie de ramas fundidas con los restos de las tripas de su víctima. “¿Qué tanto poder tiene esa chica?” Se preguntó antes de volver a vaciar su estómago por la boca.
─No hay opción, nos tenemos que ir.─ Advirtió Rexa empacando las cosas.
─¡Eso era un dragón! Como los que hay en los libros.─ Elari dijo excitada e ignorando a la mujer.
─¡Exacto, es un dragón! Debemos irnos ahorita mismo.─ Insistió.
─¿Estas loca? No me voy a ningún lado, es la oportunidad de ver un dragón de verdad.
Elari volvía a guardar las cosas en su lugar.
─¿Sabés por qué es tan difícil encontrarlos en Xiotam?─ Gritó Rexa.─ Porque se les ha matado. Existen dos cosas a las que se les teme en la isla por encima de todo lo demás, la primera eres tú, o bueno la gente con poder y la segunda son los dragones. Pasar desapercibida contigo es bastante difícil, ahora quieres quedarte con el enemigo público número dos.
─Abandoné mi casa porque tu dijiste que lo debía hacer, desde entonces hago todo lo que dices, con algo de resistencia pero lo estoy intentando.─ Reclamó la chica con agua en escurriendo por las mejillas.─ Pero esto no, tengo una amiga, por fin puedo descansar y ahora me enteró que es más parecida a mi de lo que pensé, no me voy a ir, vete tu si quieres.
Elari salió de la habitación arrepentida de sus palabras pero comprometida con sus acciones.
─Mamá ¿Qué hacemos?─ Eri dijo tímidamente.
─¡No lo se, no lo sé!.─ La desesperación tomó control de ella.
Punali tomaba a Jarek con fuerza entre sus brazos. El pequeño se había quedado dormido por el agotamiento emocional, más desmayado que descansando.
─Es una de ellos...─ Murmuró Punali entre dientes.
─y ¿nosotros qué?─ Eri se olvidó de sí por un instante.
─No es lo mismo, ella tiene poderes, nosotros…
El silencio de una reflexión forzada tomó control de la situación.
─Pero...─ Insistió Punali.
Su mente la obligó a callar una vez más.
─Ellas…
─Suficiente, somos iguales y los sabes.─ Eri dejó claro su punto al momento que salió de la habitación.
El eco del golpe seco y carnoso mandó a las chicas a sentarse sobre el suelo. Compartieron el sabor a metal que queda después de un golpe en la nariz, se miraron cual espejo al tiempo que ambas cubrían su nariz con la mano. Entonces soltaron una carcajada, Rexa y Punali se asomaron por la puerta, cruzaron miradas sin palabra.
─Yo…
─Lo se y yo…
─También lo se…
─Pero…
─Podemos hablar de ello.
Ante la inocencia de la juventud las dos mujeres quedaron indefensas, encogieron los hombros y por primera vez, se miraron con honestidad. Elari y Eri salieron del carromato al asiento del conductor. Rexa y Punali se sentaron en la mesa intercambiando pesares sin pronunciar sílaba.
─¿Te llamas Alix?─ Eri preguntó con timidez.
─No realmente.─ Respondió Elari insegura de qué tanta verdad debía compartir.
─¿No me diras?─ Sin juicio.
─No es eso, creo que es mejor dejar mi nombre en el pasado. Ya no puedo ser esa persona, por más que quiera.─ Las palabras cortaban la realidad dejando heridas en su memoria. ─¿Tú cómo te llamas?
─No te lo diré.─ Eri puso su mejor cara de berrinche. ─Es broma, si me llamó Erista. Cuando salimos de nuestro hogar mis papás decidieron conservar nuestros nombres, un último recuerdo de nuestras vidas.
─Oh... ¿Por qué salieron?─ Preguntó Alix con vergüenza.
─Así funciona, tu no me dices nada y yo te lo digo todo… Supongo que la confianza empieza por algún lado.
Elari bajó la cabeza incomoda pero sin dar señal de hablar.
─Comenzó con Jakul, veras, él siempre ha sido muy noble…
Eri le contó la historia de cómo había salido de su hogar antes de que sus vecinos y conocidos pudieran confirmar las sospechas del dragón, sus palabras estaban cargadas de verdad y aunque no mintió si omitió algunos detalles de los que se avergonzaba. Una vez concluida su historia, Elari comenzó a contar la suya, conservó su nombre cerca de su corazón, pero lo demás lo soltó con cascadas de lágrimas.
─¿Puedo conocer al dragón?─ Preguntó Alix limpiándose el rostro.
─No lo sé, tendría que preguntarle a mis padres.
─Solo un vistazo.─ Casi parecía una chiquilla.
─Preguntó en la cena.─ Eri cedió.
La noche había entrado hace tiempo, pero no quedaba nada de qué temer, Ronte y Jakul circulaban los carromatos para deshacerse de los restos. Enterraron los cuerpos y Jakul guardó las cosas de valor en su carromato. Punali y Marla limpiaron el carromato aprovechando el esfuerzo físico para lidiar con sus preocupaciones. Jarek permaneció dormido con sueños perturbadores para un pequeño de su edad. Eri y Alix se quedaron admirando el cielo, lo sucedido había creado un lazo más fuerte entre ellas, sus destinos tan diferentes pero sus situaciones tan parecidas. El dragón permaneció en el carromato, tranquilo, en paz y con el orgullo de proteger a los suyos, lleno del ego que solo conoce uno de su raza.
Habiendo limpiado la escena a nadie le quedaron ganas de permanecer en ese lugar mucho tiempo más. Rexa sabía que los bandidos restantes no regresarían por sus amigos, mucho menos buscarían cobrar venganza, al final no les quedaba opción más que encontrar otra banda para sobrevivir. Aún así no quiso probar suerte y Marla animó a los adultos a continuar con el camino hasta encontrar un lugar donde cenar.
Emprendieron camino con sus respectivas parejas, nadie habló de lo sucedido, pero la tensión todavía no se disipaba. Pasaron algunas horas cuando encontraron un parqueadero de carromatos, únicamente tres carromatos de una caravana con dos guardias en los techos de dos. Ronte hizo un gesto de saludo y estos respondieron con amabilidad.
─¿A dónde van?
─Pararémos cerca de Libula ¿Ustedes?
─Venimos de allá.
─¿Qué tal los caminos?
─Los caminos dejan ir y venir, solo una estación de guardias entrando a Libula alenta el paso. Andan buscando fugitivos y bandidos ¿Qué tal por allá?
─Les agradezco. Por acá los caminos están abiertos, algunos bandidos, pero no creo que les estorben el paso. Nos quedaremos por allá para no molestar.─ Ronte apuntó a la distancia.
─Aquí ya todos duermen, partiremos antes del alba, les daremos aviso para que estén alerta. Esta noche pueden contar con nuestros ojos.
Con eso los carromatos se alejaron tanto como fue posible para no ser descubiertos por algún escándalo del dragón. Marla, preparó la cena en el carromato, Eri y Alix ayudaron a sacar las cosas, Jakul alimento a los likgartos, entretuvo al dragón y esperó pacientemente con jarek recargado a su costado, Punali talló las manchas de sangre una vez más. Una vez estaban reunidos rodeados por los carromatos, con platos en mano y terminando de cenar, Ronte se levantó preparado para dar un discurso.
─La vida nos ha reunido en este lugar…
─Ambos grupos tenemos secretos, eso ya quedó claro.─ Punali lo interrumpió de tajo.─ Ni a ustedes ni a nosotros nos conviene que salgan a la luz. Aunque no me agrada la idea de dejar a una maldi…
Rexa se tensó, lista para responder con creces al insultó y aún así, no tuvo más opción que reconocer la hipocresía del coraje.
─… Una disculpa, la costumbre de la educación. Recientemente he aprendido a ser más tolerante, y aunque extraño mi hogar, estoy con mi familia y se que este camino es el que nos toca seguir porque Jakul es uno de los nuestros. Lo que quiero decir es que las llevaremos a Libula, y pueden contar con que guardaremos su secreto.
Rexa sintió un poco de calma y Elari quedó conmovida.
─Bueno, las dejaremos cerca de Libula.
─No, iremos hasta el pueblo.─ Protestó Punali.
─No malentiendan, no es que no las quiera llevar, hay un punto de control y están revisando carromatos. Entienden porque no podemos pasar por ahí.
Marla asintió.
─No soy una para dar discursos, les agradezco que afronten el tema y pueden contar que guardaremos su secreto.
Alix quedó inquieta, esperando algo, con la boca abierta, a punto de decir algo.
─Alix quiere ver al dragón ¿Puede?─ Eri dijo un poco desanimada.
─No es dragón, es Talak.─ Exclamó Jakul casi dejandó caer a Jarek sobre el suelo, al cual acomodo con mucho cuidado.
─Lo siento Jakul ¿Puede Alix ver a Talak?
Jakul asintió y Alix movió sus labios repitiendo el nombre con asombró “Talak”.
─Eso se lo dejo a Jakul y al parecer ya tienen su consentimiento.─ Aceptó Ronte. ─Pero tendrán que esperar a mañana, ya que se hayan ido los otros carromatos.
La tensión se despejó, el campamento quedó relajado y entonces por fin se relajaron, uno a uno fueron cayendo dormidos, hasta que solo quedaron Marla y Alix afuera.
─No digas demasiado.─ Pidío Rexa.
─Muy tarde, pero no le dije mi nombre ni de dónde venimos realmente.─ Suspiró Elari.
─Siempre has sido inteligente. Te dejaré disfrutar el resto del viaje, siempre y cuando no hagas alguna tontería.─ Advirtió con un tono maternal que ni siquiera ella sabía que era posible. ─Cuidado con el dragón, por algo son casi tan temidos como los malditos.
“Malditos” esa palabra que había rondado a su alrededor desde que huyó, pero nunca había escuchado, se quedó en su mente, haciendo un surco en torno a cómo ella veía su personalidad.

Comments
Post a Comment