Elari regresó al campamento montada encima del dragón, con Jarek al frente entre sus piernas, como jinetes de dragón. Rexa los acompañaba a un costado caminando. De vez en cuando Talak y ella se daban empujones retando al otro. Jakul y Eri se mantuvieron detrás dejando una distancia entre ellos y el resto de la compañía. Eri buscaba con cuidado a su alrededor, mientras Jakul la cubría de la vista de los acompañantes.
En mucho tiempo Elari no recordaba haber pasado un momento tan alegre, recordó su hogar. Esta vez con un poco menos de amargura. Un deseo hacia sus padres escapó de sus labios, anhelando contarles de la experiencia con el dragón. Jarek, que sintió el aire del suspiro en la mollera, volteo con curiosidad mas dejo que el silencio continuara.
Elari, Rexa y Jarek no tardaron en llegar al campamento. Ambas mujeres sintieron la pesadez de ponerse sus máscaras, por alguna razón ante Talak ambas podían ser ellas mismas, liberándose de las mentiras y angustias de los últimos días. Alix saludó con calidez a Ronte y Punali, Marla solo hizo un ligero movimiento de la cabeza.
─Talak, rápido, métete al carromato.─ Rogó Ronte.
El dragón hizo un gorgoreo de frustración mientras agitaba la cabeza.
─Vamos, no sabemos cuándo pasará otra caravana.─ Insistió.
Alix cargó a Jarek por debajo de los brazos para bajarlo del dragón, está sintió algo raro debajo de la camisa del niño. Parecía que este portara algún tipo de armadura. Talak obedeció a regañadientes mientras Ronte le abría la puerta.
─Lo lamento, te prometo que encontraremos algún lugar donde puedas ser libre.─ Se disculpó con sinceridad.
Alix volteo alrededor del campamento, pero no vio a Eri ni a Jakul. Abrió la boca para preguntar por ella cuando salieron de entre los arbustos a la orilla del bosque. Ambos se encontraban mucho más sucios que la última vez que los vio. Alix se acercó alegre, con ganas de platicar del dragón. La chica tenía una lista de preguntas interminables.
─Vamos a recolectar plantas.─ Dijo al tiempo que buscaba su mano para tomarla.
Eri esquivó la mano, conservando la espalda fuera de la vista de la chica. Sus movimientos eran nerviosos.
─Ahora no, me tengo que cambiar y será mejor que ayude con la comida. No vaya a ser que la hace mi mama y todos terminamos peleando por el baño.─ Respondió titubeante.
Sin decir una palabra se fue girando la espalda hacia el carromato para girar rápidamente y correr con las manos al frente.
─¿Qué le sucede?─ Dijo en voz alta.
─Em… no sé. Debo alimentar a Talak, o se comerá a alguna pobre criatura del bosque.─ Contentó Jakul inquieto.
Elari volteo en busca de Rexa, pero esta también había desaparecido. La sensación que poco antes había desaparecido ahora la arrastraba de vuelta a la oscuridad de sus pensamientos. Sola, caminó por la orilla del bosque. Con desánimo busco algunas de las plantas medicinales que Eri le enseñó a recolectar.
Rexa sabía que no faltaba mucho para que tuvieran que separarse del grupo. Su fuerte nunca fue expresar sus sentimientos, pero en algo que sobresalía era en tomar acción. Comenzó por arreglar las pertenencias de la chica, después las suyas. Con cuidado las empacó para no desperdiciar demasiado espacio. A un lado dejó algunas de las pertenencias que ya no tenía caso cargar, ropa, comida y chacharas que no pudo vender en el pueblo. Terminó de ordenar lo que llevarían, miró algunas de sus dagas con lastima y las colocó con el montón de cosas que no podría llevar. En el punto de control sería sospechoso cargar tantas armas y no quería arriesgar un cateo que revelara algo que llamará al Resplandor. Dejó el tachil lleno. Cargó el bonche de cosas que no les servirá para salir del cuarto. Punali se encontraba en la cocina, sola, cortando verduras y carne.
─¿Vas a cocinar?─ Reclamó Marla malencarada.
─¡No! Solo estoy preparando las cosas para comer, dejaré que lo haga Ronte o Eri.
─Si gustas lo puedo hacer yo.─ Se ofreció Marla con alivio.
─¿Qué traes ahí?─ Punali cambio el tema.
─Son algunas cosas que no podemos llevar, hay algo de ropa que nos estorbaría y a ustedes les puede servir, aunque sea como trapos.─ Marla dejó el montón sobre la mesa más cercana. ─También hay algunas joyas que se pueden vender o guardar y…
Rexa miró las dagas y cuchillos, de los cuales estaba encariñada, con tristeza.
─Algunas armas que pueden serte útiles, solo en caso de que encuentren más bandidos en el camino.─ Dijo Marla ocultando sus emociones.
─¿A mi de qué me serviría eso?─ Preguntó con ignorancia.
─Hay cosas que uno aprende a distinguir cuando de eso depende la vida y tus manos no son como las de tu esposo o el resto de tu familia.─ Rexa la interrumpió con calma.
─¿Esto? es por mi trabajo como artesano en Nifhlem.─ Punali expuso sus manos a los ojos de Marla.
─Mira, bien puedes seguir insistiendo que me equivoco. Están en su derecho de guardar secretos, pero se distinguir entre las manos que saben blandir un arma y las que no.─ Marla las dejó sobre la mesa y se dio la vuelta.
─Si estamos siendo honestos, hay algo que yo debo decirte también. ─ Punali se sentó a la mesa invitando a la mujer a acompañarla.
Marla aceptó.
─¿Decías?─ Esta la invitó a continuar.
─Como tú, se muy bien lo que significa que una maldita…─Marla reaccionó ante la palabra al instante.─ Disculpa... un ser tan poderoso está rondando la isla, al igual que un dragón llegué a su madurez. Como tu crecí con la orden, aunque no sea una Flor de Alaquia como tú.
Rexa inconscientemente puso una mano sobre el tatuaje de la serpiente en su cadera.
─Lo vi por accidente, de hecho nunca pensé que existieran. En mi familia esas prácticas habían quedado en el pasado. De hecho muchas de las enseñanzas se habían perdido, pero algo siempre predomina en el Resplandor del Anochecer, y eso es el miedo. Yo escape cuando era joven, por eso tuve que aprender a defenderme. Hacer cosas de las que no me enorgullezco, pero encontré un hogar en Nifhlem. Aprendí un oficio y fui adoptada por buenas personas. Deje atrás las enseñanzas. Al menos creí que las había dejado, hasta que vi a una chica de la edad de mi hija matar a unos bandidos sin siquiera tener que blandir un arma. Un dragón y una mal… perdón. Un ser tan poderoso en el mismo lugar, auguran cambios radicales. Posiblemente la destrucción del mundo que conocemos. Bien conoces las leyendas.─ Punali se detuvo para pensar. Marla quiso decir algo, pero Punali la interrumpió. ─En lo que a mí concierne, el mundo puede arder antes de que yo sacrifique a mi familia y creo que tú harás lo mismo. Ahora ya conoces suficiente de nuestra historia para saber que cargamos con pesos similares. Yo solía pelear por mi comunidad y los valores que elegí amar gracias a Ronte y mi familia, pero todo cambió cuando perdimos a nuestro amigo más íntimo entre otros miembros de nuestro grupo. Ya no estoy dispuesta a hacer grandes sacrificios por mi comunidad, ahora solo me hago cargo de los míos. Ambos hemos cambiado para proteger a nuestros hijos. Se que hay duda en ti. La reconozco porque la he vivido, pero esa chica es tu hija, así como Jakul es mio. Ella depende de ti, te admira y te reta, pero más importante que nada, saca lo mejor que hay en ti. Hoy partiremos por caminos separados, pero ustedes conocen nuestro dolor y nosotros el suyo. Estamos unidos en la búsqueda de un lugar mejor.─ Punali se levantó con lágrimas en los ojos, seria y segura. Le dio una palmada a Rexa y continuó cortando las verduras.
Marla miró sus manos, los callos, las cicatrices y encontró media sonrisa en su rostro. Se dirigió a la barra donde estaba Punali.
─Así no se hace, prestame el cuchillo.─ Una ola de cariño emanó de la mujer.
Eri trabajaba concentrada en su habitación. Cuidadosamente marcaba cada uno de los símbolos necesarios en el frasco entre sus piernas. Se detenía, lo revisaba para después volver a trabajar. Si no hubiera estado tan concentrada, habría notado la importante conversación que sucedía afuera en la estancia, mas sus ganas de hacerlo perfecto eran tantas que un meteorito pudo haber caído junto al carromato y esta no habría siquiera parpadeadado. Ni siquiera se dio cuenta cuando el carromato comenzó a moverse.
Mientras tanto Ronte y Jakul preparaban algunos materiales que no les eran imprescindibles. Jakul entró a su carromato para sacar carne seca que él mismo había curado. Sus habilidades con la carne eran consideradas un manjar en Nifhlem, lo cual lo enorgullecía mucho. Ronte tomó un par de pieles, tres bolas de queso, una hogaza de pan y otros cuantos alimentos que no perecerían pronto. Talak, por su parte, miraba curiosamente al gigante que se movía torpemente por el carromato, ladeando la cabeza en respuesta a los golpes y tropiezos de este.
Una vez terminó de recolectar algunas hierbas, Alix ofreció ayudar al padre con sus labores, pero este negó la ayuda. Un poco incómoda la chica entró en el carromato, pasó a la cocina y miró con extrañeza a las dos mujeres que parecían entenderse a la perfección a pesar de que solo las acompañaba el sonido del metal contra la madera.
─¿Puedo hacer algo?─ Ofreció la chica.
─¿Tú, trabajando en la cocina voluntariamente? eso es algo que debo ver.─ Dijo Marla con la voz de la nodriza.
Alix comenzó a ayudarles con la preparación con el orgullo en la palma y lista para demostrar sus habilidades. Unos cuantos minutos más tarde, la chica estaba cubierta de pequeñas cortadas, aún así ella persistió. Raxa la miró de reojo con orgullo. Poco tiempo después Ronte entró al carromato, seguido de Jarek que portaba una enorme sonrisa. Juntos se dirigieron al asiento del conductor.
─Hora de irnos.─ Anunció mientras tomaba las riendas.
Los miembros del grupo pasaron tiempo ocupados con sus actividades como compañeros de años. Jakul al frente en su carromato con Talak, y el resto detrás. Se respiraba un aire de armonía. De no ser por los respectivos pesos que les había encomendado el destino, habrían podido permanecer juntos. Las chicas podrían haber explorado lo que sentían por la otra, Rexa tal vez se había desecho de la carga del pasado y los padres podrían asegurarse de educar a sus hijos en un ambiente donde todos fueran aceptados, incluso su amistoso gigante. Mas uno no elige los obstáculos en el camino, solo como los enfrenta.
Eri terminaba el trabajo cuando el carromato se detuvo de golpe. La chica salió de su trance para mirar por la ventana. Al darse cuenta de que ya no estaban en el paradero de carromatos está recogió sus cosas. Cerró el frasco tan rápido como pudo y abandonó su cuarto. En la estancia Jarek, cargaba un tachil más pequeño que el de Marla. El pequeño se movía inquieto, con el rostro enrojecido, se lo entregó a Alix con una sonrisa.
─Yo ayudé a papá a hacerlo. Lo llenamos con comida y pieles para su viaje.─ El niño dijo con el pecho en alto.
─Hay algunas provisiones para su viaje, y Jakul tiene otras cosas que darles, pero este pequeño no podía contener su emoción más tiempo.
Eri corrió hacia Alix, la tomó por el brazo y la llevó hacia el asiento del conductor, esta cerró la puerta de golpe.
─Yo también tengo algo que darte.─ Eri extendió los brazos con un frasco. Este era transparente, con un poco de tierra oscura y comprimida en el fondo, un pequeño hongo de tapa verde fluorescente plantado en el centro.
Alix lo miró con curiosidad pero desconcertada.
─Gracias…
─Ese hongo es muy raro, puede iluminar por las noches y también es útil para quemaduras. Sácalo.─ Eri insistió emocionada.
Alix metió la mano en el frasco y sacó el pequeño hongo. Al salir del frasco, se duplicó en tamaño. La chica se sorprendió tanto que dio un paso hacia atrás. Eri aún emocionada le demostró con otras plantas que había recolectado mientras las metía dentro del frasco. Una a una redujeron su tamaño a la mitad, y pronto el frasco estaba lleno de diferentes hierbas medicinales.
─Si las plantas en la tierra se mantendrán vivas sin importar cual sea, o al menos eso debe suceder, nunca lo había hecho. Pero mira...─ Eri saco un anillo de un bolsillo, lo echo dentro del frasco y este no cambio de tamaño.─ Solo funciona con vegetación y no saques la tierra porque dejará de funcionar. También puedes conservar frutas y vegetales. Nada de lo que metas madurara. Las que no estén en la tierra se secaran en un par de horas y todas las demás se conservarán frescas.También tengo este libro, es una edición muy pequeña pero contiene lo básico para hacer remedios y evitar plantas venenosas.─ La chica hablaba acelerada.
Alix aceptó los regalos, los miró con cuidado. Quedó impresionada con las runas finamente labradas en la parte inferior del frasco. Abrió el libro en donde encontró una nota escrita con la mano de Eri. La tomó de la mano.
─Gracias.─ dijo con una enorme sonrisa viéndola a los ojos.
Ambas mantuvieron el silencio, cruzando miradas. Encontrados sus ojos se supieron aceptadas tal y como eran, sin juicios. Momento que permanecería eterno en sus recuerdos, pero tan breve que no bastaría para entender lo que sentían. Entonces se dieron cuenta de que se habían quedado quietas, ambas se ruborizaron y soltaron al mismo tiempo.
Jarek, Ronte, Punali y Eri se despidieron con cariño de las dos, bajaron del carromato y les apuntaron la dirección hacía donde quedaba el camino a Libula.
─El punto de control debe estar a dos clogs, no les tomará mucho verlo.─ Comentó Punali.
─Esperen.─ Jakul gritó al tiempo que se bajaba torpemente del carromato.
A Marla le entregó un paquete con carne seca el cual le costó cargar con ambas manos. Mientras que a Alix le colocó en la palma tres escamas de dragón, con mucho cuidado.
─Talak quería que las tuvieras.
Alix y Eri se abrazaron, los demás se despidieron con efusividad. Marla se mantuvo casi tan estoica como siempre, con excepción de la media sonrisa que había descubierto en la compañía de la familia. Al partir los dos grupos percibieron la armonía romperse para ser reemplazada por nostalgia. Elari contuvo sus lágrimas, Rexa la abrazó incómoda, aún así sintió algo de consuelo. Mientras que Eri no pudo contenerse, entró a su habitación para meterse en sus libros una vez más para olvidar el dolor que pocas veces había sentido en su corta vida.
Rexa y Elari llegaron al punto de control. Una larga fila de carretas, animales y personas estaba formada para entrar a Libula. Las dos tomaron sus puestos al final. Elari sostenía las escamas de dragón con fuerza en su mano derecha. Rexa observaba alrededor buscando cualquier señal de la orden o algún otro peligro.
─Recuerda lo que hablamos.─ Advirtió la mujer.
─Si, Marla.─ Dijo Elari para confirmar que entendía.
─Guarda eso antes de que lo vean.
Elari movió la mano para guardar las escamas, cuando una cayó al lodo.
─¿Esa es una escama de dragón?─ La voz de un hombre detrás de ellas.

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